Las trabas en la Aduana han ampliado su margen de afectados. A los comerciantes del rubro automovilístico, electrónico y gastronómico, se les han sumado los diseñadores de alta costura. Las restricciones al ingreso de telas extranjeras se ha intensificado en los últimos meses y la industria de la moda ya no sabe qué más decirle a sus clientes cuando les solicitan determinada clase de paño para la creación de su añorado vestido de fiesta.
Las variedades de los diseños escasean y, si bien las marcas nacionales no son de mala calidad, no tienen comparación con las adquiridas en el exterior. Varios modistos que suelen recorrer a diario los locales de venta mayorista de telas reconocen que cada año hay menos para elegir y que sus clientes terminan comprando un vestido de alguna marca internacional.
“La falta de stock nos afecta en todo sentido. Importadas se consiguen muy pocas y es algo que termina matando a la modista. Hace unos años se conseguían 100 clases de telas diferentes; hoy habrá unas 11 importadas en el mercado”, explicó Laurencio Adot en representación de todos los modistos que se ven perjudicados por esta medida.
Como no podía ser de otra manera, el factor inflacionario también ha golpeado a la poca oferta que existe en el rubro textil. Se ha registrado casi un 90% de aumento en los precios de las telas.
Otro rubro que también resultó afectado por la falta de ingreso de telas fueron los vestuaristas que trabajan para los ballets y las óperas. Los tules europeos, factor predominante en los teatros clásicos, se ha transformado en una utopía para los modistos, que tienen que contentarse con lo que hay.
por Agustina Lezama
0 comentarios:
Publicar un comentario